La lotería de animalitos se impuso en Venezuela
Ocho veces al día, el venezolano intenta salir de su crisis económica apostando a una lotería llamada “Animalitos”. Se trata de una jornada del azar que arranca a las 10:00 de la mañana y concluye a las 7: 00 de la noche. Con esta fauna de 38 especies, el país suma un motivo para producir nueva fila de compradores, tan larga como aquella para adquirir el más necesitado de los alimentos.
Algunos venezolanos como Cristina Fernández han convertido la lotería de Animalitos en una opción para reflotar las finanzas familiares.
Reconoce que antes de estas apuestas no depositaba su economía a la aventura de una ruleta. Sin embargo, con el carnero (el número 1), Fernández, educadora de profesión y de 47 años de edad, se ha estrenado “con éxito” en el hábito del azar.
Los resultados que ha obtenido le han cambiado su postura: “En la primera jugada gané 30 mil bolívares y pude comprar pañales para mi nieta“, cuenta quien dice haber llegado al ámbito de la suerte movida por la crisis económica de su presupuesto.
“Jugué el número 1 porque esa es la edad de mi nieta“, celebra la chispa de su buenaventura. Pero para que nadie la tome como una persona fanática, sostiene que no ha repetido su triunfo monetario.
La salud mental en el azar
“El hábito de jugar lotería no es nuevo entre los venezolanos”, considera la psicóloga social Yorelis Acosta, profesora de la Universidad Católica Andrés Bello, UCAB: “Lo que hace el asunto más divertido con esta lotería, dicen los apostadores, es que se basa en figuritas y que además existe una probabilidad mayor de ganar porque son menos opciones. La gente cree que invierte poco para ganar mucho”.
Acosta explica que todo juego de lotería se basa en el principio de reforzamiento. “El reforzamiento es algo gratificante que ratifica un comportamiento. Cada vez que la gente gana recibe un reforzamiento como premio, y dado que se produce de manera variable esto hace que la conducta sea más fuerte”.
“Si cada vez que juega la gente gana, aunque sea eventualmente, eso refuerza el comportamiento y hasta cree que debe jugar muchas veces para ganar; pero si nunca gana entonces entiende que los reforzadores no llegan y la conducta desaparece”.
Esta especialista en psicología opina que “ante la crisis la gente busca opciones más fáciles y lo toma como una manera de distracción. Ese es el principio que rige para todo comportamiento de azar”.
“Todos lo hacían y yo cogí el vicio”
Esa es la principal motivación que dice haber sentido Carlos Hernández, de 21 años de edad, surtidor de una gasolinera en La Castellana, en el municipio Chacao.
“Yo empecé viendo primero a mi papá”, se ríe ante la nueva costumbre que, contrario a su padre sortario, a él le ha deparado latigazos al bolsillo.
No puede decirse que Hernández, quien complementa sus ingresos cambiando cauchos en la misma estación, tenga grandes motivaciones para seguir apostando, pero ha seguido dado que eventualmente el ciempiés le dio algún tipo de alegría que costó 300 bolívares y le devolvió 9 mil bolìvares.
El monto mínimo por jugada es de 100 bolívares, equivalentes a 3000 bolívares en caso de resultar ganador.
“Es como divertido y barato. Yo juego desde la mañana“, sostiene este joven de Caracas que construye un futuro curando pinchazos a los cauchos de otros y desinflando su ya lastimado presupuesto.
Buscar el negocio fácil
Ese es el peor rasgo en educación financiera del venezolano. Lo dice Alejandro Quiñones, especialista en Administración egresado de la Universidad Central de Venezuela, UCV.
“El venezolano quiere el mil por ciento de las ganancias y eso no construye el país que busca desarrollarse”.
“Algunos venezolanos piensa que el éxito financiero radica en el mundo externo, cuando hasta 90 por ciento depende de ti y de las creencias que tengas”, dice el también entrenador en nuevos paradigmas del dinero. “Si no tienes hábito de hacer presupuesto y de conocer los principios que rigen el mundo financiero no vas a avanzar”.
Analiza que hay venezolanos que aspiran a salir de su situación de crisis solo por un golpe del azar. Otros recurren al modo bachaqueo (reventa de productos a precios exorbitantes) buscando el negocio rápido.
“Vivimos en una situación crítica de inflación que nos come, pero está en nuestras manos adoptar hábitos para mejorar financieramente”.
Cuenta de venezolanos que de lunes a viernes consumen en la calle un café, cuyo valor mínimo es de 5 mil bolívares.
Calcula Quiñones que en promedio mensual, ese venezolano invierte hasta 100 mil bolívares mensuales, solo por el consumo del producto. “La justificación que muchos ofrecen como explicación es que no pueden renunciar a darse un gusto“.
Pero, Quiñones advierte que en finanzas un hábito también tiene como objetivo provocar cambios en los individuos.
“Yo explico que cuando alguien va al médico porque tiene alto el nivel de colesterol, no puede decir que el cochinito que se come los días sábados forma parte de él. Y puede ser cierto, incluso no tiene que renunciar pero sí tener cuidado de no sufrir un infarto. En el caso de la economía sería no exponerse a sufrir un infarto financiero”.
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